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La Herbología y Fitoterapia como Terapia Natural 


La Herbología y la Filoterapia son terapias naturales y alternativas basadas en el poder curativo de las hierbas y plantas, y son muy útiles para muchos tratamientos.

El aprovechamiento de las virtudes curativas de las plantas es una práctica milenaria que nunca ha dejado de tener vigencia. Todavía en el siglo XVIII, el tratamiento médico habitual en Occidente se basaba en la prescripción de remedios herbales, y hoy día, la Organización Mundial de la Salud estima que la herbolaria está tres o cuatro veces más difundida en el mundo que la medicina ortodoxa. Más aún, casi la mitad de los medicamentos modernos proceden del reino vegetal.

Herbología y la Filoterapia


La Herbología y la Fitoterapia, siguen constituyendo la materia prima con que la industria farmacéutica aprovecha las virtudes curativas de las plantas y elabora gran número de medicamentos. Hasta la fecha, por ejemplo, no se ha obtenido ningún producto sintético que pueda sustituir a la digitalina, alcaloide de la dedalera o digital usado para tratar ciertos trastornos cardiacos.

Las investigaciones han revelado también que los principios activos de las plantas, aislados para elaborar medicamentos de patente, tienen a veces efectos nocivos que las propias plantas no tienen. Así ocurre con la efedrina, alcaloide de la especie Ephedra sinica: aunque hace más de 2.000 años que en China se emplean infusiones de la planta para aliviar molestias respiratorias sin haber padecido otras consecuencias, la efedrina purificada de los descongestivos respiratorios modernos causa hipertensión y taquicardia en muchas personas. Es de suponer, pues, que los remedios naturales contienen ingredientes que neutralizan los efectos indeseables de sus principios activos.

Gracias a los nuevos conocimientos, la práctica de la herbología se ha ido transformando, de un arte, en una ciencia, bautizada recientemente como fitoterapia, término procedente del griego phyton, “planta”, y therapeia, “tratamiento”. Actualmente, la fitoterapia es ejercida por muchos médicos académicos que saben cuán eficaz y seguro puede ser el empleo de plantas medicinales en el tratamiento de algunas enfermedades.


Utilidad de las terapias naturales con hierbas y plantas medicinales

En opinión de muchos terapeutas de herbología, los remedios naturales curativos preparados con plantas resultan útiles para tratar todo tipo de trastornos, en particular los crónicos, como la artritis, la migraña y las enfermedades de la piel. Para los casos en que la fitoterapia por sí sola no ofrece una curación definitiva, es posible combinarla o complementarla con otros métodos heterodoxos, entre ellos la acupuntura, la hidroterapia, la quiropráctica y la osteopatía.


¿Cómo es una consulta de terapia alternativa de herbología o fitoterapia?

Como no existe en nuestro país ninguna ley que regule la práctica de la terapia natural de herbología, muchas personas la ejercen sin contar con la preparación debida. Así pues, la decisión de acudir a un terapeuta debe basarse en pruebas sobre la eficacia de su tratamiento natural. Por otra parte, algunos médicos colegiados emplean la fitoterapia como apoyo.

El fitoterapeuta suele reservar la primera consulta para elaborar la historia clínica del paciente y practicarle un examen médico minucioso. Para ello lo interroga sobre su estado de salud, sus hábitos de alimentación, la cantidad de ejercicio que realiza, si padece de estrés, etc., y es probable que le tome la presión arterial. Luego le hará diversas recomendaciones para mejorar su estado de salud general, y le prescribirá uno o más terapias con hierbas de plantas medicinales en forma de infusiones, tinturas, linimentos o ungüentos. Seguramente el remedio natural cambiará en sucesivas consultas, de acuerdo con la mejoría que muestre el paciente.

En la mayoría de los casos, los remedios naturales preparados con plantas medicinales actúan con menor rapidez que los productos farmacéuticos de patente por la sencilla razón de que no están tan concentrados como éstos. Lo anterior se aplica en particular a los padecimientos crónicos. No obstante, a medida que el tratamiento avanza, los síntomas comienzan a ceder terreno y el paciente acaba por sentir mejoría.
Además de curar o mitigar trastornos específicos, el propósito del tratamiento es devolver al enfermo la salud general y la vitalidad. La herbología y la fitoterapia comparten la preocupación de la Naturopatía por prevenir las enfermedades y no sólo tratarlas cuando ya han aparecido.


El punto de vista ortodoxo sobre las terapias con plantas medicinales.

Al ser la herbología en cierto modo precursora de la medicina moderna, su concepto sobre el objetivo de un tratamiento concuerda con uno de los Principios Alopáticos: usar remedios naturales y plantas medicinales como terapia alternativa que produzcan efectos contrarios a los síntomas de la enfermedad tratada. Como las dosis deben ser suficientes para conseguir esos efectos, el empleo de plantas medicinales implica a veces los mismos riesgos que el medicamento de patente, aun si ciertos componentes de las propias plantas reducen el riesgo en algunos casos.


Recomendaciones de uso de la Herbología y la Fitoterapia

La mejor manera de utilizar la terapia con hierbas y plantas para mejorar el estado de salud general y aliviar molestias menores es incluirlas en la dieta. Además de aportar vitaminas y minerales, las virtudes curativas de las plantas medicinales son un excelente condimento.

Una de las plantas más útiles a este respecto es el ajo, que contiene vitaminas A, B1, B2 y C, y cuyas virtudes antisépticas lo hacen eficaz para prevenir infecciones menores, sobre todo las digestivas y las respiratorias. Sin embargo, no siempre es factible añadir suficientes hierbas a los alimentos (en particular tratándose del ajo, cuyo fuerte aroma no agrada a todos). En tales casos, es posible adquirirlas en forma de bolsitas de té y preparar con ellas infusiones refrescantes y saludables.


Existen cuatro métodos principales para preparar las virtudes curativas de las plantas medicinales:

  • Decocción. Es el método más apropiado para extraer los principios activos de las cortezas y raíces. Consiste en poner una cucharadita del producto previamente pulverizado en un cazo de acero inoxidable o de esmalte (no de aluminio), y añadir medio litro de agua hirviendo; luego hay que hervir la mezcla a fuego bajo de 10 a 15 minutos, colarla antes de que se enfríe y tomarla.
  • Infusión. Se utiliza mucho como bebida y para hacer gargarismos. Es posible usar hierbas frescas o secas, sueltas o en bolsitas. En un recipiente puesto a calentar a fuego bajo, hay que agregar una cucharadita de la hierba y verterle encima una taza de agua hirviendo. La mezcla debe reposar de 10 a 15 minutos antes de usarse. La tisana se prepara de la misma manera que la infusión, pero no se deja reposar, lo que la hace más suave. Aunque las decocciones y las infusiones son remedios de preparación doméstica muy socorridos, no conviene tomarlas durante más de una semana; si las molestias persisten, habrá que acudir a un médico.
  • Tintura. Consiste en disolver los principios activos en alcohol para conservarlos; como el preparado resulta muy concentrado, las dosis se miden en gotas. Hay que poner unos 120 g de la hierba seca (molida o desmenuzada) en una botella, añadirle medio litro de vodka o ginebra y cerrar la botella. La mezcla debe permanecer en un lugar tibio y seco durante dos semanas; mientras tanto, hay que agitarla bien dos veces al día. Luego se filtra y se vierte en una botella oscura para conservarla hasta que esté indicado su uso.
  • Apósitos. Se aplican sobre lesiones menores, excoriaciones e infecciones de la piel. De ellos existen dos formas:
    - Compresa. Sirve principalmente como cicatrizante. Consiste en un pedazo de gasa o algodón humedecido con una decocción o infusión de alguna hierba antiinflamatoria, como la maravilla o la linaza. Hay que aplicarla lo más caliente que sea tolerable sobre la parte afectada y mantener el calor cubriéndola con una bolsa de agua caliente.
    -Emplasto o cataplasma. Sirve como supurativo, cicatrizante y antiinflamatorio. Suele prepararse con productos lenitivos, como raíz de consuelda y corteza de olmo rojo. Si se usan hierbas frescas, conviene aplicarlas directamente sobre la piel, cubiertas con un trozo de gasa; en cambio, las hierbas secas deben mezclarse con agua caliente para formar una pasta, que se aplica de igual manera. Hay que cubrir el remedio con una bolsa de agua caliente.
  • Otros preparados. En algunas farmacias y tiendas de productos naturistas se consiguen remedios de hierbas en otras formas.
    - Cremas y ungüentos. Se emplean externamente para sanar heridas y reducir inflamaciones de la piel; entre ellos, los más comunes contienen consuelda o maravilla.
    - Aceites esenciales. Nunca deben ingerirse sin prescripción; tienen propiedades muy diversas, según la planta de que se trate; algunos son desinfectantes (manzanilla, lavanda), mientras que otros se usan para despejar la mente y favorecer la concentración (albahaca, romero).

 

Historia de la Hebología y la Fitoterapia como terapias alternativas.

Las comunidades primitivas de nuestros días son herederas de conocimientos muy antiguos sobre las aplicaciones medicinales de las plantas, conservados a través de los siglos por tradición oral. En las primeras civilizaciones, la alimentación y la medicina natural estaban íntimamente ligadas, y muchas plantas se comían por sus efectos benéficos y curativos sobre la salud. Así ocurría con los egipcios del tercer milenio a.C., que incluían una ración de ajo en la comida de los constructores de las pirámides para protegerlos contra las epidemias que asolaban el país. De aquella época datan los primeros textos sobre el uso medicinal de las plantas.

Un papiro del año 1500 a.C., hallado en lo que fue la ciudad de Tebas, menciona cientos de especies vegetales estimadas por sus virtudes curativas entre los sacerdotes del antiguo Egipto, que eran los encargados de ejercer la medicina. Muchas de ellas, como la alcaravea y la canela, forman hoy parte de la tradición herbolaria popular.

También los griegos y los romanos legaron al mundo vastos conocimientos sobre herbología. La guía farmacéutica “De materia médica”, escrita en el siglo I de nuestra era por el apotecario y médico griego Dioscórides, incluye más de 600 plantas con aplicaciones curativas, y el naturalista romano Plinio el Viejo (23?-79 d.C.) dedicó ocho tomos de su magna obra Historia natural a la farmacología vegetal.

Dos civilizaciones cuya medicina se ha basado siempre en el uso de plantas medicinales son la china y la india. En la China actual, la antigua tradición herbolaria coexiste sin conflicto con la medicina alopática moderna, y en la mayoría de los hospitales de dicha nación hay escuelas de fitoterapia y boticas de remedios naturales vegetales. En la India, el empleo de plantas medicinales es parte de un sistema terapéutico más amplio conocido como medicina Ayurvédica. Durante la Edad Media, los conocimientos de terapias con hierbas y plantas de la Antigüedad se preservó en los monasterios europeos, donde, además de hacer esmeradas copias de los textos médicos antiguos, los monjes cultivaban jardines de plantas medicinales para tratar sus propias enfermedades y las de los seglares de las inmediaciones.

En el siglo XV, la invención de la imprenta dio amplia difusión a los textos clásicos de medicina. La herbología renació con las nuevas ediciones de la obra de Dioscórides, de las cuales la más notable fue la comentada y ampliada por el médico italiano Pietro Mattioli (1501-1577). Entre los nuevos tratados de herbología que siguieron, quizá el más célebre fuese The English Physician Enlarged, compuesto por el apotecario inglés Nicholas Culpeper (1616-1654). Para entonces, la era de las exploraciones geográficas había ensanchado los horizontes científicos de los europeos. Quienes viajaron a tierras lejanas descubrieron civilizaciones muy avanzadas que tenían sus propias prácticas y remedios curativos basados en el empleo de plantas medininales locales.

Así, la farmacopea europea se vio enriquecida por la contribución del Lejano Oriente y poco después por la vastísima tradición herbolaria del Nuevo Mundo, que proporcionó especies de tanta importancia medicinal como la lobelia, la cáscara sagrada, el sasafrás, la ipecacuana, la quina y la coca. Sin embargo, los grandes avances científicos y tecnológicos iniciados en el siglo XVII con la descripción de la circulación sanguínea y el perfeccionamiento del microscopio, junto con el establecimiento de escuelas universitarias de medicina, formaron una nueva clase de médicos académicos, con orientación científica. La herbología fue perdiendo terreno hasta quedar relegada a la práctica de curanderos, sobre todo en las zonas rurales. Para contrarrestar esa tendencia, a mediados del siglo pasado se fundaron asociaciones de médicos que defendían el uso racional de los remedios naturales con hierbas y plantas medicinales.

Esas asociaciones han sobrevivido hasta el presente, resistiendo las presiones de algunos grupos cientificistas para suprimirlas. En los últimos decenios, incluso, la herbología como medicina alternativa ha empezado a recuperar el favor de los científicos, quienes reconocen cada vez más que el empleo de fármacos sintéticos no siempre está exento de riesgos.

Dicho reconocimiento es parte de una corriente contemporánea que preconiza una forma de vida más saludable y acorde con la naturaleza, la necesidad de proteger el ambiente y el uso de remedios naturales. Al comprender los beneficios que pueden reportar la herbología y la fitoterapia, los científicos han emprendido un estudio serio de las plantas medicinales para determinar cuáles surten efecto y por qué lo hacen. Sus investigaciones no sólo comprueban las virtudes como terapia natural que se han atribuido a muchas de ellas, sino que enriquecen el acervo herbolario con nuevas especies útiles.

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