INTOLERANCIA A LA LACTOSA
Consejos Terapéuticos
¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
La intolerancia a la lactosa es la incapacidad del organismo para asimilar el azúcar de la leche y los productos lácteos y se trata con terapias y medicinas naturales, otras terapias alternativas y consejos terapéuticos.
Los médicos llaman intolerancia a la lactosa a la incapacidad del organismo para asimilar el azúcar de la leche y los productos lácteos por carecer de la enzima digestiva lactasa. Los principales síntomas suelen ser náuseas, distensión abdominal y diarrea; esta última ocasiona que los nutrientes sean expulsados del tubo digestivo antes de haber sido absorbidos en la forma apropiada.
Este trastorno generalmente es temporal, ya menudo es consecuencia de un ataque de gastroenteritis, sobre todo en bebés y niños pequeños. Sólo en algunas personas la intolerancia es congénita y puede durar toda la vida.
Consejos de Naturopatía como terapia alternativa para la intolerancia a la lactosa
El naturópata someterá a prueba al paciente para asegurarse de que se trata de una verdadera intolerancia, en particular si el enfermo es un niño.
Una vez confirmado el diagnóstico, prescribirá una dieta que excluya los productos lácteos y sugerirá cambios en los hábitos alimenticios para mejorar la digestión.
Consejo Clínico Ortodoxo para el tratamiento de la intolerancia a la lactosa
Los médicos también procuran confirmar el diagnóstico de intolerancia antes de prescribir el tratamiento. Como el trastorno se agudiza al consumir leche y sus derivados, se aconsejará al paciente evitar estos comestibles hasta que la asimilación de la lactosa se normalice; mientras tanto, se puede recurrir a la leche sin lactosa, leche de soja o, si se trata de un bebé, darle leche tratada con un preparado enzimático especial que predigiere la lactosa.
En algunos casos los médicos prescriben complementos de calcio para satisfacer el requerimiento mínimo diario de este mineral.
La intolerancia consecutiva a un acceso de gastroenteritis suele durar de dos a tres semanas, al cabo de las cuales puede reanudarse el consumo de leche.